Buenos días, Dios…
Hoy me despiertas con tu jardín encendido.
Las flores no necesitan decir nada.
Solo estar. Solo dar.
Y yo, como ellas, solo quiero agradecer.
Gracias por esta tierra que florece sin exigirme nada.
Gracias por este silencio que me llena más que mil palabras.
Y mientras el sol asoma entre las hojas…
te entrego esta semana, Señor.
Todo lo que viene, cada paso, cada idea, cada intento.
Bendice esta parcela que tú mismo sembraste.
Bendice a cada vecino de Tierra Linda.
Bendice también este país tan herido y tan hermoso.
Quédate aquí, en cada flor, en cada rincón.
Que esta semana empiece contigo.
Y termine también en tus manos.
En el nombre de Jesús.
Amén